viernes, 4 de marzo de 2011

AL SERVICIO SECRETO DE SU MAJESTAD

Ojos y lengua serían el precio a pagar por cualquier sirviente que se atreviese a revelar una sola palabra de las visitas que aquel descomunal campesino hacía a la alcoba real, siempre que la reina se ausentaba de palacio para visitar a sus hermanas.

Y es que el rey odiaba estar solo.

EL FANTASMA DE LA ÓPERA

Cada noche, la puerta del camerino principal se abría y cerraba sola. El piso del escenario crujía y los reflectores parpadeaban. Entonces, una potente voz cimbraba el recinto.

Al velador no le molestaba nada de eso, pues ya estaba acostumbrado. Lo único que realmente no podía soportar era que, de vez en cuando, el espectro de Big Luciano soltara estruendosos eructos con aroma a orégano y ajo.

TOOTSIE

Su lengua la recorría avidamente, como si no hubiese un mañana.

El sabor inundaba su boca, que salivaba profusamente.

No tardó mucho en terminar. 

Don Chema, el taxista, adoraba esas paletas.