martes, 13 de julio de 2010

LOTERÍA MEXICANA 7

El tiempo no había pasado por ella. Aparentaba diez peldaños menos.

Eso enfurecía a las envidiosas Serpientes y también a las Damas chinas, que cuchicheaban a lo lejos, alegando que medio mundo la había trepado.

La odiaron más cuando llegó ese exótico Turista que se ganó la Lotería. Hombre de retos, no le importó que ella fuera demasiado estirada. Simplemente la Dominó, Parkasé.

LOTERÍA MEXICANA 6

Al salir de la cárcel, los fotógrafos lo esperaban. El hombre había sobrevivido a un salto desde las cataratas del Niágara.

Él atribuyó su éxito al barril que había construido con sus propias manos, mismo que le sirvió de efímera embarcación durante el acto.
Aseguraba que el tonel era especial, pues la madera provenía de un roble que había sido golpeado no por uno, sino por dos rayos en la misma tormenta. Por lo mismo, el contenedor era indestructible, afirmó el kamikaze.

La mañana siguiente, el hombre resbaló en la bañera y se partió el cráneo. Sus amigos decidieron honrarlo utilizando su preciado barril como ataúd.

En medio de una fuerte lluvia, mientras el abombado cilindro era depositado bajo tierra, la docena de asistentes al sepelio cayó fulminada, cuando otro rayo hizo pedazos el barril.

LOTERÍA MEXICANA 5

Se acostumbró al dolor lacerante provocado por las garras que se le clavaban. Cargó día y noche con el peso del enorme y presumido pajarraco de alas extendidas. Aplastado y sometido, aceptó sin queja alguna ser un mero pedestal.
Pero cuando el ave de doscientos años perdió el control de sus esfínteres, el nopal desprendió sus raíces del suelo, atravesó a brinquitos la franja colorada y salió del estandarte, ante el asombro de los asistentes al desfile militar, esa mañana de septiembre.