miércoles, 28 de enero de 2009

CHEESECAKEANDO

El domingo pasado decidí lanzarme a cubrir un evento de la chamba, se trataba de la imposición de un Record Guinness: el cheesecake más grande del mundo.
Así que armado de harto ocio, curiosidad y ganas de comer gratis, tomé el metro y llegué rapidísimo al Claustro de Sor Juana, donde una laaaarga fila de hambrientos esperaba su rebanada bajo el inclemente sol (lo bueno es que entré luego luego, gracias a que me acredité como prensa de la Ibero, que puso parte de los chefs necesarios pa' romper el condenado record).

Después de un reverendo desmother protagonizado por los siempre finísimos camarógrafos y fotógrafos (reporteros gráficos, para que no se ofendan) de medios, por fin comenzó la repartición, despúes de que los organizadores pudieron bajar a los sujetos antes mencionados de la tarima en la que estaba el colosal postrecillo (claro, se bajaron hasta que les dio la gana, je).
Afortunadamente hubo salita de prensa, a donde me dirigí para evitar hacer fila de nuevo. Ahí procedí al ataque gastronómico, anotando a mi cuenta personal dos platos de cheesecake y fresita a un lado.
No sé si sería el calor, el antojo o la onda psicológica de estarse comiendo el cheesecake más godzillesco del mundo, pero me supo bastante bien el resultado (que por cierto, pesaba dos toneladas, medía dos metros y medio de diámetro, y tenía como 50 cms de alto).

Y despúes del postre, otro postre, pero como de 1.80 cms...la edecán de ojos verdes de la marca Philadelphia (creo que recibiré un cocolazo de miss Pucca por andar de ojo alegre).