Cuando un hombre le dice a una chica "Hey, ¿por qué no jugamos unas maquinitas?", lo último que espera es que ella resulte ser una máquina de matar. Pucca jugó por primera vez SoulCalibur en un local cercano a Metro Insurgentes, y no sólo me sacó del juego, sino que lo terminó con una sóla derrota, y con unas dos fichas.
Soy una verguenza para el género.