domingo, 4 de abril de 2010

ALGO EN COMÚN

Estos chicos de la ciudad son muy pretenciosos. Creen que con estacionar un auto bonito frente a la casa pueden impresionarme. El de hoy basa su confianza en un shelby plateado y en una playera que deja lucir sus brazos. Y bueno, no digo que eso esté mal, pero no es como para derretirse. Al menos no en mi caso. Me gustan más flacos.

Habla y habla de los negocios de su padre y de lo que hará el próximo año, cuando salga de la universidad y se convierta en vicepresidente de la constructora. Dibujo algunas sonrisas complacientes para hacerlo sentir a gusto.

Me paga por adelantado, no sin antes hacer muy notorio que su billetera está cargada de Benjamines Franklin. Sí, sí niño, tienes mucho dinero. Pero ya métete a la casa, que muero por ver tu cara de susto cuando veas que tenemos “algo” en común. Aunque sea debajo de la cintura.
*Usted acaba de sufrir otro experimento "literario" de Jorge Tovalín, una tarea de su Taller de Cuento consistente en escribir dos cuentos inspirados en "Summer Evening", del pintor Edward Hopper.